Toto el buey
Desde pequeño solía ir con mi papá a la ciudad en la carreta, junto a Toto el buey de nuestra familia, llevábamos nuestros productos de la huerta para vender, siendo este el mayor sustento familiar.
Toto era
grande, fuerte y trabajador además de ser muy manso, lo considerábamos como
parte de la familia, ya que todos ayudamos a que crezca sano y fuerte, su madre
había muerto al parir.
Cuando me
hice un poco mayor mi padre dejó que fuera a la ciudad a llevar los productos, sólo
con Toto. Ese día había riesgo de tormenta, por lo que debía apresurarme y dejar
los productos a los clientes.
Las ventas
se tardaron más de lo previsto, pero por suerte pude vender casi toda la
mercancía, ya solo quedaba regresar, para este momento el cielo se había
oscurecido por completo, podía ver la luz de los rayos en el horizonte, en ese
tiempo yo era muy miedoso, y encabezando mi lista de miedos se encontraban las
tormentas. La lluvia no tardó en caer, como un aguacero y mientras pasábamos
por el camino de tierra roja, solo pedía que la lluvia no empeorara, sino, ese
camino se volvería intransitable, contrario a mis suplicas la lluvia empeoró
cada vez más, no había lugar en el cual refugiarse, mi rango de visión disminuyó
a no más de unos metros.
A este punto
ya no sabía qué hacer, los truenos comenzaron a sonar paralizándome de miedo,
el viento tampoco ayudaba haciendo que me congelara en mi asiento, Toto seguía
caminando, cuando quise detenerlo me percate como él esquivaba las zanjas que
se habían formado, recordé cuando mi padre y Toto salían sin importar como se
encontrara el tiempo, Toto conocía el camino mejor que yo. Gracias a él pudimos
llegar sanos y salvos a casa, cuando la lluvia calmó vimos todo el desastre que
había causado en ese camino de tierra, árboles caídos o quemados por algún
rayo, barrancos que se desplomaron, enormes zanjas formadas, y el arroyo,
relativamente lejano se desbordó inundando algunas zonas.
Digan lo que digan Toto salvó mi vida ese día.
Por
desgracia un año después Toto partió de este mundo, y hasta ahora yo lo
recuerdo con cariño como el “buey que salvó mi vida”.
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