El topo solitario

 


Ya ha pasado mucho tiempo desde que esa pequeña niña llegó a este oscuro lugar. Ella era más grande que yo, lo supe por que pudo levantarme en sus manos. No era muy fuerte, no podía levantar rocas de gran tamaño, ni excavar túneles amplios.

  Ella no entendía cuando quería hablarle, pero yo si entendía cada cosa que ella decía. Al principio se pasaba llorando por el temor a la oscuridad de las profundidades de la tierra, o quejándose de la comida o gritando al no sentir mi presencia.

Al principio la ignoré completamente aun así ella trataba de seguirme y yo simplemente dejé que me siguiera.

Ella se acostumbró tras pasar mucho tiempo aquí, ya no necesitaba sus ojos para guiarse, arrastraba sus manos en el suelo para poder moverse en este lugar, poco a poco aprendió el arte que ningún otro de su especie conocía, aun con un cuerpo débil podía cuidarse sin mi ayuda, pero igual me seguía.

Su cuerpo comenzó a crecer al igual que sus habilidades, lo pude notar por el tamaño de los túneles que creaba.

No importaba cuanto creciera, algunos hábitos suyos no cambiaban.

“¡La comida es horrible!” “¿Por qué no puedo mover estas cosas y tú sí? ¿será porque eres tan pequeño?”  

Estas eran solo unas de sus frases diarias. Ella no fue la única que aprendió cosas nuevas, yo también lo hice, aprendí a comunicarme con ella por medio de sonidos, no era lo más viable, pero era la única forma de que ella me entendiera.

Normalmente hacía preguntas que podía responder con un simple sí o no, pero a veces olvidaba que no puedo hablar como ella.

-       ¿Cuándo me enseñaras más?

Por ejemplo, en esta ocasión, sería fácil si pudiera decirle todo a su debido tiempo, pero no me quedó más que ignorarla y seguir mi camino.

-       Que buen maestro eres… - exclamó con un tono que solo usaba cuando tiraba estos comentarios.

Unos segundos después escuche un quejido de ella al golpear su pierna con una roca por no prestar suficiente atención a su camino, supongo que sigue siendo una niña.

A veces temblores no naturales se sentían y en esos momentos lo más probable era que alguna amenaza se acercaba, los topos del norte son de los pocos que realmente pueden enfrentarse a mí, generalmente no se acercan a la zona que habito, pero ahora necesito pasar por su zona para llegar a cierto lugar que quiero mostrarle a esta niña.

Para nuestra suerte no nos encontramos con ninguno, pudiendo llegar fácilmente al lugar donde una vez fue el hogar de toda mi especie y ahora sólo quedo yo. Aquí si hay luz que emana de las paredes de la cueva.

Sus ojos tardaron en acostumbrarse nuevamente a la luz. Y cuando al fin pudo ver se quedó asombrada por la belleza del lugar.

Mi especie tenía una creencia, de que al llegar a cierta edad, descubres cual es el propósito de tu existencia al estar en esta cueva.

Hace ya un tiempo que me encontré con ella por primera vez, fue cuando estaba saliendo de aquí, al principio quise negarlo por completo, fue su especie la que aniquiló a los míos, aunque no quería tener nada con ellos, permití que se quedara, aunque era una niña demasiado joven aprendió de mí tan solo siguiendo las vibraciones en la tierra que yo causaba o escuchando los ruidos que hacia como una total prodigio. Quedaría como un estúpido si llegara a decir que fui yo el que realmente le enseñó algo. Que una niña humana sea mejor que yo, realmente lastima mi orgullo y aun así me siento orgulloso de ella.

-       Tengo que volver arriba ¿verdad?

Y tal como lo esperaba esa creencia no es solo para mi especie. Golpee una roca una vez.

-       No quiero volver ahí, ¿enserio no puedo quedarme?

Dos golpes en la misma roca.

-       Pero yo quiero quedarme aquí, allá arriba hay mucha gente mala y… ruidos fuertes… y… y… estaré sola…  me da miedo … y… no se si mi familia… sigue ahí

Habló entre sollozos, estoy casi seguro que quiere llorar, apoyé mi cabeza en su brazo, quisiera decirle que estoy seguro que ella estará bien, que es fuerte y que no debería temer a nada, por desgracia ella no puede entenderme.

-       Si me voy ¿puedo volver?

Habló después de un largo silencio, toque la piedra una vez.

-       Y, si me voy… ¿tú me esperarás?

Esa pregunta me tomó por sorpresa, se supone que tendría que negarme, pero solo golpee la piedra una vez.

Ella me mostró una gran sonrisa, fuimos juntos hasta un lugar cercano en donde la encontré por primera vez.

-       ¡Volveré pronto! – exclamó tras abrir unos túneles hacia la superficie.

Bueno, supongo que no me queda de otra más que esperarla. De todos modos, que sería de esa niña sin mí.

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